La piscicultura de agua dulce en la región mediterránea comenzó hace muchos siglos, mientras que la piscicultura marina mediterránea moderna solo se ha practicado de forma eficaz durante las últimas cuatro décadas. Al igual que en varias partes del mundo, la producción de peces en el área mediterránea ha crecido rápidamente. Desde sus inicios, la producción de pescado del Mediterráneo ha estado dominada por dos especies, la lubina europea (Dicentrarchus labrax) y la dorada (Sparus aurata), que supusieron más de 300.000 tm en 2016, lo que representa más de 90 % de la producción pesquera del Mediterráneo (FEAP, 2017).
El cultivo actual de estas dos especies implica instalaciones en las que se mantienen juntos un gran número de peces durante un período relativamente largo hasta que se alcanza el peso comercial. Millones de larvas y juveniles se crían durante unos meses en hatcheries, nurseries, sistemas de pre-crecimiento, sistemas de flujo abierto y de recirculación de agua, antes de ser transferidos a jaulas flotantes principalmente u otras instalaciones de cultivo intensivo en tierra.
Las prácticas adecuadas de gestión sanitaria, la vacunación sistemática y eficiente y los altos estándares de higiene en las instalaciones (hatcheries, nurseries y sitios de engorda) son los métodos de control preventivo más eficaces para reducir los riesgos de brote de un agente bacteriano infeccioso. Estas prácticas y estándares son particularmente relevantes a nivel de hatcheries y nurseries, pero más difíciles de implementar en sitios que utilizan jaulas o en grandes estanques. En estas condiciones, se ha demostrado que el control de la calidad, la salud de los peces y la vacunación son las estrategias preventivas más eficaces para las enfermedades bacterianas.
Sin embargo, a pesar de las medidas preventivas adoptadas, en algunos casos, los brotes de enfermedades bacterianas son inevitables y requieren tratamientos antibacterianos para reducir el impacto directo en las poblaciones de peces afectadas. Sin embargo, esta necesidad también debe estar bien equilibrada con otros aspectos relevantes como la idoneidad, eficacia y refinamiento de los tratamientos, pero también con el bienestar del consumidor y del medio ambiente. Con este objetivo, la literatura relacionada con el uso de antibacterianos (es decir, oxitetraciclina, ácido oxolínico, flumequina y sulfonamidas potenciadas) en la lubina europea de cultivo mediterráneo (Dicentrarchus labrax) y la dorada (Sparus aurata) fue revisado y abordado por un grupo de investigadores de diferentes centros de estudios europeos y publicado en la revista Reviews in Aquaculture “Best therapeutic practices for the use of antibacterialagents in finfish aquaculture: a particular view on European seabass (Dicentrarchus labrax) and gilthead seabream (Sparus aurata) in Mediterranean aquaculture”, donde se discuten los principales criterios, aspectos técnicos y limitaciones que afectan el diseño de una terapia antibacteriana adecuada.
Entre otros, los autores indican que el diagnóstico oportuno es el primer paso para enfrentar un patógeno bacteriano, dado que los peces enfermos inevitablemente mostrarán disminución del apetito, mientras que el tiempo de respuesta es crucial para la selección de la sustancia y la dosis más convenientes, junto con la preparación y entrega del alimento medicado a la piscicultura. “El estrés por el manejo y el costo asociado con un tratamiento en particular, deben equilibrarse con los beneficios esperados, antes de decidir el tratamiento que se va a administrar. No se debe ignorar el hecho de que, en algunos casos de enfermedad, el costo del tratamiento puede exceder los beneficios”, dijeron los autores de la revisión.
Además, los autores del estudio indicaron que se debe prestar especial atención a otros factores importantes, como el tamaño de los peces, la densidad de los peces, el entorno de crecimiento y especialmente la temperatura del agua, que parecen alterar totalmente la farmacocinética de los antibacterianos y, por lo tanto, requieren cambios sustanciales en los regímenes de tratamiento. “La evolución de la enfermedad y la consideración del modelo de fases múltiples son de enorme importancia para diseñar programas de dosificación y evitar pérdidas económicas considerables y efectos secundarios ambientales. Se recomiendan ajustes al plan de tratamiento inicial en base al concepto de tratamiento metafiláctico y la anorexia anticipada de la población enferma”.
Finalmente, los autores indican que la información presentada en esta revisión debe orientar las acciones futuras que se tomen para cubrir las brechas de investigación y promover prácticas antibacterianas eficaces y prudentes.